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Desde que asumí el honor de representar a mi país en Portugal, fui receptor de repetidas manifestaciones sobre cómo Europa contempla con admiración el reverso de marcha llevada formales pronunciadas por gobernantes extranjeros se sumaron tantos otros comentarios de estima compartidos en privado. Al interés firme de los empresarios portugueses en invertir en nuestro país se une la curiosidad de los centros universitarios europeos sobre la “Nueva Argentina”.

Desde nuestra Editorial luso-argentina, agradecemos las palabras del Sr. Embajador de la República Argentina en Portugal en ocasión del lanzamiento de nuestra primera edición de “Brick Investments Portugal”.

Una Argentina que, esta vez por buenas razones, ha entrado definitivamente en la órbita de los políticos, los inversionistas, los académicos y los medios de comunicación europeos.
Toda esta atención nos halaga doblemente. En primer lugar, porque, a pesar de la complejidad de sus desafíos actuales, la Europa que hoy nos contempla continúa albergando algunas de las democracias y economías mundiales más desarrolladas. En esa medida, el aprecio de Bruselas -patente con particular evidencia en la reciente visita del Presidente Macri a España - representa el reconocimiento de que las reformas en curso en Argentina comparten con la Unión Europea la defensa de la socialdemocracia y de la economía de mercado.

De hecho, una de las características inamovibles de nuestra identidad frente al mundo es la afirmación de que en la democracia argentina no hay lugar para la xenofobia y el darwinismo social. Ese orgullo que sienten los argentinos de formar parte de un país erigido por inmigrantes, de una nación donde los derechos de los extranjeros están protegidos por la Constitución, reluce en un momento en que, a pesar de los múltiples llamamientos del Papa Francisco, el mundo enfrenta con renuencia la crisis de refugiados más grave desde la Segunda Guerra Mundial.

Además, también la nueva estrategia económica argentina ha sido recibida con elevada consideración por algunas de las más relevantes instituciones gubernamentales, empresariales y financieras en Europa. Uno de los logros que repetidamente destacan hasta el día de hoy es el hecho de que Argentina se haya reabierto al mundo en contraciclo con cierto aislamiento global.

El multilateralismo constituye otra de las marcas que los observadores de esta orilla del Atlántico reconocen en este nuevo tiempo argentino. Una vez más en contra de la corriente mundial, Argentina está dedicada a la dinamización de organizaciones regionales como el Mercosur, defiende la celebración de un acuerdo comercial con la Unión Europea, invierte en su ingreso a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico y ratifica prontamente el histórico Acuerdo de París sobre Alteraciones Climáticas.

En este contexto, el refuerzo de las relaciones comerciales entre Portugal y Argentina es inevitable, tal como quedó demostrado durante las tres misiones que en los últimos meses llevaron a decenas de empresarios portugueses a Buenos Aires. Inevitable porque las economías de los dos países son complementarias. Porque, debido a su reconocida competencia y experiencia internacional, las empresas portuguesas se encuentran en una óptima posición para aprovechar las enormes oportunidades que Argentina ofrece hoy. Y, finalmente, porque la intensidad de los vínculos comerciales bilaterales se mantiene a distancia de la dimensión de los lazos culturales y de la amistad política que desde hace tanto tiempo nos une a Portugal.



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